Carlos Bonavides, recordado por su icónico papel de “Huicho Domínguez” en las telenovelas mexicanas, ha dado un giro drástico a su vida.
Lejos de los reflectores, ahora se le ve en los cruceros de la Ciudad de México, vestido de payaso, grabando videos para redes sociales y pidiendo una oportunidad para regresar a la televisión. Según reveló, esta actividad le genera cerca de 6 mil pesos diarios, una cifra que, aunque sorprendente, no compensa la nostalgia de los foros ni el olvido de la industria que alguna vez lo aplaudió.
El actor no oculta su frustración: asegura que el medio lo abandonó y que, a pesar de ganar más en la calle que en algunos proyectos televisivos, lo suyo es sobrevivir, no vivir. Con maquillaje colorido y una bocina como aliada, Bonavides saca sonrisas a los automovilistas, muchos de los cuales no lo reconocen. Su historia refleja una cruda realidad: la televisión mexicana desecha a sus talentos cuando dejan de ser “rentables”, dejando a figuras como él en la lucha por no caer en el olvido. Desde la banqueta, Carlos clama por un regreso a la pantalla, pero por ahora, su escenario es el asfalto y su público, los cláxones.