CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La propuesta de gravar con 5 por ciento las remesas que mexicanos envían desde Estados Unidos es injusta y discriminatoria, coincidió la presidenta Claudia Sheinbaum con la postura, por unanimidad, del Senado mexicano. “Ya pagan impuestos los mexicanos allá”, atajó.  

La cámara alta también alertó que, de aplicarse una medida de esta naturaleza, “desincentivaría el uso de las vías regulares y formales, orillando a muchos migrantes a buscar alternativas fuera del sistema financiero para enviar dinero a sus familias”.  

 “Ayer se planteó en, creo que es el Senado, en una comisión del Senado, la posibilidad de gravar las remesas con el 5 por ciento. Y fíjense, ahí estamos de acuerdo todos en que ‘no’”, dijo la mandataria federal. 

Este martes 13, congresistas de Estados Unidos propusieron imponer un impuesto del 5 por ciento sobre el monto de las remesas que envían los migrantes a México. 

En respuesta, la presidenta Sheinbaum dijo que, incluso, hay estados norteamericanos que ya gravan las remesas y subrayó que en el Senado mexicano todos los legisladores coincidieron que se trata de “una injusticia que es discriminatoria”. 

Leyó el documento publicado por el Senado mexicano en el que “firman todos los partidos políticos”.  

“Desde el Senado de la República, haciendo uso de las facultades en Política Exterior conferidas en el Artículo 76 de la Constitución, expresamos nuestro desacuerdo con la iniciativa promovida por el republicano Jason Smith en la Cámara de Representantes -¡Ah es en la Cámara de Representantes, perdón, yo dije Senado!- de Estados Unidos, en el marco del proyecto denominado The One, Big, Beautiful Bill en el que, entre otras medidas, se busca imponer un impuesto del 5% sobre el monto de las remesas que envían las y los migrantes”, leyó.  

Los senadores mexicanos expusieron que todos los trabajadores, más allá de su estatus migratorio, pagan de manera cotidiana sus impuestos, por lo que esta medida supondría una injusta doble tributación sobre el 20% del ingreso laboral de los trabajadores migrantes, porcentaje que ya pasó por el sistema tributario en ese país.  

“Estos impuestos, además, no se traducen en un gasto social para el grupo poblacional que los genera, en muchos casos imposibilitado para acceder a las políticas sociales. El 80% restante, es decir, la mayoría de sus ingresos se queda en la economía estadunidense, mejorando el bienestar de quienes allí viven”. 

El Senado mexicano llamó a la mesura ante dicha propuesta, y afirmó que, basado en proyecciones técnicas, “la imposición de un impuesto o arancel a las remesas solo desincentivaría el uso de las vías regulares y formales, orillando a muchos migrantes a buscar alternativas fuera del sistema financiero para enviar dinero a sus familias”, aunque esta última parte ya no fue citada por la presidenta.  

Además de llamarla una medida arbitraria e injusta, los legisladores llamaron al Congreso estadunidense “a reconsiderar reflexivamente esta propuesta, que dañaría la economía de ambas naciones.  Y que, además, es contraria al espíritu de libertad económica que dice defender el Gobierno de Estados Unidos, y que permea en los acuerdos sobre libre comercio de América del Norte”.  

 Además de que se debe buscar que la relación entre ambos países debe ser desde el diálogo y el entendimiento mutuo, “tendiendo puentes, y no levantando muros ni barreras económicas”.